Un radiador en buen estado garantiza que el motor funcione en su rango de temperatura ideal. Con unos hábitos sencillos puedes alargar su vida útil y mejorar el rendimiento general del vehículo.
Utiliza refrigerante de calidad
El refrigerante adecuado protege contra la corrosión y eleva el punto de ebullición del líquido. Respeta la proporción recomendada y renueva el fluido según las indicaciones del fabricante.
Inspecciona manguitos y abrazaderas
Los manguitos envejecen con el calor y la presión. Busca signos de hinchazón, grietas o fugas en las uniones. Sustituirlos a tiempo evita pérdidas de refrigerante durante la marcha.
Limpieza exterior periódica
Retira hojas, insectos y suciedad acumulada en las aletas del radiador. Un cepillo suave y aire a presión son suficientes para recuperar el flujo de aire y mejorar la disipación del calor.
Vigila el termostato y la tapa del radiador
La tapa mantiene la presión correcta del circuito. Un muelle fatigado puede provocar fugas o sobrepresión. El termostato, por su parte, debe abrir y cerrar a la temperatura exacta para no comprometer el motor.
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